El pánico es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por episodios repentinos e intensos de miedo o malestar. Estos episodios se conocen como ataques de pánico.
Los ataques de pánico pueden ocurrir sin aviso previo y pueden causar una serie de síntomas físicos y emocionales, como:
Sensación de miedo o malestar intenso
Sensación de ahogo o dificultad para respirar
taquicardia
sudoración
Temblores
Mareos
Sensación de desmayo
Dolor o molestias en el pecho
Náuseas o vómitos
Sensación de irrealidad o desapego.
Sensación de que se va a morir o perder el control
Los ataques de pánico pueden ser muy aterradores y pueden interferir en la vida cotidiana de una persona.
Causas del pánico
Las causas del pánico no son totalmente comprendidas, pero se cree que son resultado de una combinación de factores, incluyendo:
Factores genéticos: El pánico puede ser hereditario.
Experiencias traumáticas: Las experiencias traumáticas pueden aumentar el riesgo de desarrollar pánico.
Cambios en el cerebro: Se cree que el pánico está relacionado con cambios en el cerebro, como la actividad anormal en ciertas áreas del cerebro.
Tratamiento del pánico
El tratamiento del pánico puede incluir psicoterapia, medicamentos o una combinación de los dos.
Psicoterapia: La psicoterapia es el tratamiento más eficaz para el pánico. Existen varios tipos de psicoterapia que pueden ser eficaces para el pánico, incluyendo:
Terapia cognitivo-conductual: Esta terapia ayuda a la persona a identificar y cambiar los pensamientos y comportamientos que contribuyen al pánico.
Terapia de exposición: Esta terapia ayuda a la persona a exponerse a sus miedos de forma gradual y segura.
Medicamentos: Los medicamentos pueden ser usados para ayudar a controlar los síntomas del pánico, como la ansiedad y la depresión. Los medicamentos más comúnmente usados para el pánico son los antidepresivos y los ansiolíticos.
Cómo hacer frente a un ataque de pánico
Si experimentando un ataque de pánico, hay algunas cosas que puedes hacer para hacer frente:
Trata de mantener la calma. Es importante recordar que los ataques de pánico son temporales y que no te vas a morir.
Céntrate en tu respiración. Intente respirar lenta y profundamente por la nariz.
Si estás en un lugar seguro, intenta alejarte de la situación que te está provocando ansiedad.
Si estás en un lugar público, intenta buscar un lugar tranquilo donde puedas sentarte o tumbarte.
Si tienes un medicamento para la ansiedad, puedes tomarlo según las indicaciones.
Si el ataque de pánico es muy intenso, llame a un profesional de la salud mental oa un servicio de urgencias.
Prevención del pánico
No hay forma de prevenir totalmente el pánico, pero existen algunas cosas que pueden hacerse para reducir el riesgo, incluyendo:
Desarrolla habilidades de afrontamiento. Aprender a lidiar con el estrés y la ansiedad puede ayudar a prevenir los ataques de pánico.
Evita las situaciones que te provocan ansiedad. Si puedes, evita las situaciones que sabes que te van a causar ansiedad.
Busca apoyo social. Tener un fuerte sistema de apoyo social puede ayudarle a lidiar con el estrés y la ansiedad.
Si crees que puedes estar experimentando ataques de pánico, consulta con un profesional de la salud mental. Un terapeuta puede ayudarle a entender su diagnóstico y desarrollar un plan de tratamiento.